Una_Mano_Tendida

La fecha del 28 de mayo es sin duda un día importante en el calendario de todos los pavonianos, al haber sido declarada la fiesta de aquél que se ha convertido en nuestro gran referente en la vida y luz que alumbra nuestro camino: San Ludovico Pavoni, y como reconocimiento y agradecimiento unos días antes quisimos celebrar una jornada especial de convivencia y alegría entre todos los amigos del Grupo Alborada de la Familia Pavoniana de Cáceres, invitando también a todos aquéllos que, en años anteriores, recorrieron con nosotros una buena parte del camino y compartieron a nuestro lado el ideal de Pavoni.

Nada más cruzar por la puerta ya se intuía que aquélla iba a ser una jornada muy difícil de olvidar para todos nosotros, pues las emociones se mezclaban intensas entre los múltiples abrazos y sonrisas de complicidad.

Bastaron sólo unas fotos antiguas mostrando un largo camino recorrido juntos y unos testimonios espontáneos de inmenso agradecimiento para confirmar que Pavoni realmente ha sabido sembrar en nosotros las semillas de un hermoso proyecto de fe, amor y esperanza, que se han convertido en las auténticas raíces de nuestras vidas. Así lo expresaba una antigua y gran amiga del grupo: “hoy día no importa por dónde nos han llevado las circunstancias personales a cada uno de nosotros, porque juntos hemos compartido las raíces que han modelado y construido nuestras vidas y aún permanecemos unidos para animarnos unos a otros cada vez que las preocupaciones o las dificultades de cada día nos intentan alejar de estas raíces, invitándonos a volver al camino correcto”.

Realmente hubo muchas lágrimas derramadas, mucha emoción y sentimientos difíciles de contener, pero ¿cómo no hacerlo? Cuando el corazón sigue guardando recuerdos tan emotivos y entrañables, afectos tan profundos y vivencias tan especiales, ¿cómo encerrarlos cuando el recuerdo invita a sacarlos a la luz después de tanto tiempo ocultos? ¿Acaso se puede cortar el vuelo de un pájaro que ha permanecido encerrado en una jaula? Aquella mañana no importó el tiempo transcurrido sin estrechar la mano de muchos antiguos amigos del grupo que las ocupaciones de una vida ajetreada les ha ido separando, porque aquella mañana todos volvimos a ser una gran familia unida, donde los abrazos y el calor del reencuentro se multiplicaban a cada momento y, por encima de todo, el espíritu de Pavoni que lo llenaba todo.

Sin duda, él estará orgulloso de comprobar que juntos hemos sido capaces de crear una gran familia que, a pesar de algunas dificultades, ha sabido permanecer unida año tras año; y también creo que se llenará de satisfacción al comprobar que en esta familia todo el mundo tiene un hueco importante, ya que la edad o la condición social no son relevantes, tan sólo se pide poner el corazón y ganas de sembrar ilusión.

Pero en esta celebración y homenaje por la fiesta de Pavoni no quisimos olvidarnos de aquéllos a los que él, siguiendo los pasos y el ejemplo de Jesús, sin duda reconoció como sus preferidos: nuestros amigos de la calle que a diario sufren la soledad y el abandono por gran parte de la sociedad.

También con ellos quisimos compartir otra jornada diferente de fiesta y alegría para demostrarles que a nuestro lado pueden encontrar acogida, cariño y un poco de amistad, tal como ya hiciera Pavoni con sus muchachos abandonados

Pero aquí no ha acabado todo, ahora hay que continuar recorriendo el camino, siguiendo sus huellas.

Gracias, Pavoni, pues desde el cielo y desde lo más profundo de nuestro corazón, tu mirada de Padre nos sigue  cuidando y protegiendo y nos sentimos orgullosos de poder continuar, a nuestro modo, aquella labor que tú una vez empezaste con tanta ilusión, con tanta fe, con tanta fuerza…

Blanca Murillo
Familia Pavoniana de Cáceres